Tomando como referencia a Colliere comenzaré diciendo que la acción de CUIDAR resulta a menudo invisible: preocuparse de alguien, reforzar sus capacidades, ayudarle a recobrar la esperanza, acompañarle durante su proceso, asesorarle, ayudarle a tomar la mejor decisión… acciones implícitas en el cuidado, en su sentido más amplio, e innegablemente difíciles de medir y hacer visibles. Por ello me gustaría reflexionar “en voz alta” sobre las causas de la invisibilidad de los cuidados para llegar a vislumbrar las acciones que los hacen visibles.
En primer lugar y como causa histórica de esta invisibilidad encontramos la inexistencia de límites entre la evolución de la enfermera y la evolución de la mujer pues el arte de cuidar es innato en el sexo femenino. Ahora bien, esa mujer cuidadora se convirtió en enfermera cuando incorporó el conocimiento al cuidado y, al igual que la posición de la mujer en la sociedad ha marcado profundamente la evolución de la enfermería, el conocimiento la ha hecho visible. Florence Nightingale hizo posible una nueva profesión enfermera en el siglo diecinueve mediante la incorporación del conocimiento.
photo credit: Høgskolen i Akershus
Así mismo, han sido causa de la invisibilidad de los cuidados los modelos organizativos utilizados durante años, o modelos de asignación: estructuras organizativas que definen no sólo las funciones de las enfermeras sino mucho más importante, el tipo de relación que se establece entre la enfermera y el paciente. Afortunadamente desde que en los años 60 el descontento de las enfermeras con su rol y con el cuidado fragmentado, llevaran a Mary Manthey a definir el modelo de asignación Enfermería Primaria, han sido muchos los sistemas sanitarios en los que se ha optado por este modelo de organización enfermera que garantiza la personalización de los cuidados y define el rol de la enfermera referente, enfermera primaria o enfermera tutora, como se ha denominado en distintos contextos. Una única enfermera responsable de los cuidados de cada paciente, un modelo que favorece la participación activa del paciente en su proceso y la continuidad de los cuidados, un modelo que hace posible la visibilidad de estos cuidados.
Y por último hay una causa más de esta invisibilidad, íntimamente ligada a la anterior y, posiblemente, “más dolorosa”: la falta de autonomía de las enfermeras. Su resolución implica el reconocimiento de la enfermera, en muchos procesos, como el elemento final del cuidado de un paciente, y el reconocimiento del resultado de sus intervenciones como el único posible en ese paciente o en ese momento; lo que nos lleva a la definición de nuevos roles: enfermeras de práctica avanzada que gestionen los casos de pacientes complejos donde el curar no es posible pero sí se puede cuidar, enfermeras de práctica avanzada que gestionen casos en procesos que únicamente requieran cuidados o enfermeras de práctica avanzada que asuman la responsabilidad de un subproceso dentro de otro proceso.
Como veréis no os he descubierto nada nuevo, los elementos claves en gestión para dar visibilidad a los cuidados son: el impulso del conocimiento y la formación, la adopción de modelos organizativos basados en la personalización y la autonomía de la enfermera dentro del equipo multidisciplinar. En consecuencia, el papel de los gestores debe ser contribuir a que estos elementos estén presentes en la práctica diaria de las enfermeras, facilitando su incorporación en los distintos ámbitos de atención y fomentando la investigación en sus resultados.
CHARO GARCÍA JUÁREZ (GESTIÓN)
Presidenta de ASENHOA (Asociación de Enfermeras de Hospitales de Andalucía)
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Muy buen resumen en una sola linea de lo necesario para dar visibilidad a la Enfermería en la práctica clínica: “el impulso del conocimiento y la formación, la adopción de modelos organizativos basados en la personalización y la autonomía de la enfermera dentro del equipo multidisciplinar”.
bravo Charo por este post valiente y directo