Desde hace cinco años soy celador. Anteriormente, sólo había tenido una experiencia profesional en el mundo sanitario, concretamente cuando realice las prácticas de un curso en los quirófanos del Hospital de Úbeda, donde conocí diversas personas de distintos colectivos, y donde aprendí algo muy importante del sistema sanitario, y de la salud en general, y es que no sólo existe el médico, sino que hay un amplio equipo de profesionales que desarrollan una labor muy importante en la salud y el bienestar de las personas.
Pasados unos años, y ya ejerciendo de celador, mi padre tuvo que ser intervenido quirúrgicamente, y tras la operación, y el post-operatorio, le pregunté a mi padre qué tal le había parecido la atención que se le había dispensado por parte de todo el equipo, y él me dijo que el médico tenía unas manos increíbles porque su problema de próstata se le había solucionado completamente, comentándole yo, a continuación, qué le había parecido el trabajo de las distintas enfermeras que le habían atendido, indicándome él, “que ellas habían sido muy simpáticas”.
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Con esta reflexión me quedé bastante perturbado, ya que evidentemente la simpatía, la empatía, y otras actitudes psicosociales en la relación profesional sanitario-paciente son muy importantes, pero también el trabajo en su apartado fisiológico lo es, y sobre todo el que la persona que lo recibe se de cuenta de que sin estos cuidados, el trabajo del facultativo no podría ser ni efectivo en su ejecución, ni perdurable en su evolución.
Tras unos minutos debatiéndome en la necesidad de explicarle, o no, a mi padre, la conclusión a la que me habían llevado sus palabras, decidí que lo más justo y pedagógico era hacerle visible, al menos mis conocimientos, lo que las profesionales enfermeras hacían día a día por él, no sólo cuando estaba enfermo, sino cuando estaba en un estado de salud satisfactorio.
GENARO JESÚS RUIZ TORRES (PACIENTE)
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Muchas gracias por tu valoración del trabajo de las enfermeras; lo que cuentas lo he vivido muchas veces, los pacientes me dicen: es que eres “tan simpática”, yo les explico: quiere usted decir, que le escucho, intento ayudarle, le oriento y comparto sus objetivos para mejorar sus autocuidados. Pues esto es mi trabajo y lo hago con amabilidad. Es entonces cuando el paciente me atribuye directamente el grado de “doctora”. Quizá algo debió pasar a una generación de españoles, lo digo muy en serio, que a la enfermera no la pueden identificar con su responsabilidad, aunque si somos un referente.
Aprovecho para reconocer públicamente el trabajo de los celadores, por que es muy importante para los pacientes (ellos lo saben) y especialmente en el equipo multidisciplinar, entre todos hacemos que funcionen 24 horas los hospitales y 113 los centros de salud. Saludos
Genaro, has dicho muchas cosas en pocas palabras.
Me recuerda que el adjetivo simpático en ocasiones se usa cuando no sabes qué decir pero te ves en la necesidad de halagar de algún modo. Es en definitiva fruto del desconocimiento de nuestro trabajo. Gracias por ayudar a darle visibilidad.
PD. Enfermería también está facultada para el desempeño de sus funciones, así que el término facultativo no es sinónimo de médico.
Pues no se cuantos años tiene tu padre, pero creo que el problema no era que “eran simpáticas”, creo que a veces, el problema es el machismo que se genera.
Cuando mi abuela se fracturó la cadera, estuvo bastante tiempo en el hospital. Y parece una tontería, pero para ella los hombres eran médicos y las mujeres enfermeras. Era curioso, porque la realidad era justo la situación contraria. Por supuesto, no había muchas más profesiones.
No hubo manera de explicárselo. Sin embargo, en cierto modo, la entiendo, porque cuando ella nació no existían centros de salud, ni urgencias, ni especialidades, ni celadores, ni muchas de las cosas cotidianas a las que estamos acostumbrados ahora… ni las mujeres estudiaban. Según ella, me estaba complicando la existencia, estudiando tanto!!
A raíz de este post, yo me hago una reflexión.
Cuando consigo que el paciente perciba mi simpatía, es que mis manos han sido mucho más sutiles que mi amabilidad.
Y esto es bueno. Esto quiere decir que no vamos mal, que somos buenas enfermeras.
Un abrazo y gracias por la experiencia.
Gracias por tus palabras Rocío… Tu lectura de la situación me ha encantado…