Este post es la continuación de este… :¡Basta! Las enfermeras no pueden más [1]
¿Y ahora qué?
Pues ahora toca arrimar el hombro, ¡y todos por igual!, ¡valientes!.Ya no vale que si tú eres del colegio, el otro del sindicato, que si de esta asociación o aquella o de la universidad, aquí la responsabilidad es de todos, el daño es igual para todos, y por tanto, debemos aportar todos, individual y colectivamente. No hay más opciones.
A mi juicio, y esta es mi propuesta, las acciones deben pasar por: defender el sistema público y universal y por cambiar los modelos organizativos, dándoles el protagonismo que se merecen a las enfermeras.
¿Por qué defender el sistema público y universal?
Porque vivimos en un mundo globalizado y no en una isla o burbuja, nos guste o no, lo reconozcamos o no, y en el que todo nos llega y nos afecta, porque no se le pueden poner puertas al campo. Miren, podremos excluir socialmente a los más pobres, a los más frágiles, a los inmigrantes, pero pensar que eso no nos va a afectar es absurdo. Lo va a hacer y mucho, porque se están produciendo cambios en los estilos de vida (con repuntes del consumo de alcohol y drogas) con aumento de las enfermedades mentales, pero y sobre todo, de las enfermedades transmisibles. Y ya no hablo solo del VIH o de la tuberculosis, hablo de enfermedades que creíamos erradicadas como la rubeola el sarampión o la polio (ver reciente alerta de la OMS). Hablo, ya saben que la cabra tira al monte, de que enfermedades tropicales como la oncocercosis, la miasis, la dranculosis o la leishmaniasis cutánea, son una realidad lo queramos ver o no. Por tanto, y desde el punto de vista más egoísta posible, por nuestros hijos, por nuestros nietos, por nosotros mismos (para cuando nos toque que nos cuiden) necesitamos un SNS público, universal, donde el peso de la salud recaiga sobre las enfermeras para que el sistema sea sostenible. No obstante para que lo sea, tenemos que cambiar los modelos de organización, porqué sino el SNS no se va a poder mantener como está concebido actualmente.
¿Qué tenemos que cambiar?
Fundamentalmente tres elementos:
- Participar en las áreas de toma de decisiones.
- Democratizar la estructura vertical.
- Cambiar la estructura horizontal
Y en los tres tienen que asumir un papel importante las enfermeras.
1. Participar en las áreas de toma de decisiones.
Si alguien mira el actual organigrama de puestos directivos de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales o el del Servicio Andaluz de Salud (ojo esto es extrapolable a cualquier comunidad o Ministerio) se encontrará (dicho sea con todo el respeto del mundo) filósofos, economistas, abogados, trabajadores sociales, médicos, etc., pero ni una sola enfermera, ¿pero es que desde 1986 no ha habido una enfermera andaluza capacitada para desempeñar alguno de estos puestos?. Pero descendamos escalones de responsabilidad. En casi 30 años tres delegadas de salud (alguna con apenas unos meses de desempeño). En casi 30 años dos gerentes de hospital y apenas 6 en atención primaria y con mandatos muy breves. ¿Cuántos directores de unidades de gestión clínica ha habido? Esta es la realidad el colectivo más numeroso en ciencias de la salud, las enfermeras, las que tienen la nota de calificación de acceso a la universidad desde hace casi 30 años más alta o de las más altas y por tanto incluye a los mejores cerebros de nuestra tierra NO PARTICIPAN, NO SE LAS CONSIDERA a la hora de tomar decisiones, por tanto no tienen capacidad de “defender” su trabajo ni a su colectivo. Otro BASTA.
Estamos cansados de oír ese discurso de “todo para las enfermeras” pero la realidad es que se hace “sin las enfermeras” y eso quiérase o no suena a despotismo ilustrado y ya está bien de que nos minusvaloren, BASTA.
Aunque aquí también tendremos que hacer autocrítica y plantearnos ¿dónde han estado nuestros lobbys?, pero sobre todo, ¿dónde hemos estado nosotros individualmente? Porque no hay una profesión más cainita que nosotros y la violencia vertical que han sufrido las pocas enfermeras que han tenido algún puesto de responsabilidad, dudando de que se haya obtenido en condiciones de igualdad, capacidad y mérito, a veces no es nada, comparada con la violencia horizontal ejercida por el propio colectivo de manera individual y eso, desde luego, es para hacérnoslo mirar y gritar otro BASTA.
Este aspecto es decisivo, porque si no tenemos capacidad de decisión cómo vamos a opinar a la hora de reorganizar los recursos humanos o de modificar la inclusión de las especialidades enfermeras o las de práctica avanzada, o cómo vamos a poder decir cómo hay que medir a las enfermeras en todos los sentidos (desde su carga laboral hasta los resultados en salud de los ciudadanos) y por supuesto vamos a ser incapaces de redefinir el actual modelo.
2. Democratizar la estructura vertical.
En segundo lugar hablaba de cambiar la estructura vertical, democratizándola completamente. Ya funciona en otros ámbitos públicos con excelentes resultados. Los rectores, los decanos, los directores de departamentos, hasta los directores de los colegios se escogen por elección directa mediante sufragio universal. ¿Por qué entonces a los gerentes de nuestros centros, a los directores de UGC y el resto de cargos no se puede hacer igual, escogiéndolos democráticamente?. Verán, esto es fundamental, porque cuando un director gerente (o una terna directiva) viene de dentro, sin lugar a dudas conoce los problemas y a los profesionales. Mientras está en el puesto, y aunque tiene que seguir las políticas marcadas por la organización, no le queda más remedio que responder ante quienes le han nombrado, en este caso los propios trabajadores. Y finalmente cuando salga, la mayoría vuelve a su puesto y tiene que “sufrir” su propia gestión, lo que sin duda agudiza el ingenio y cultiva la diligencia, y aquí las enfermeras, como colectivo altamente cualificado, que tiene líderes muy preparadas, pueden jugar un papel fundamental en el sistema y su sostenibilidad.
3. Cambiar la estructura horizontal
En tercer lugar tenemos que cambiar la estructura horizontal. Las UGC es un modelo que tiene muchas lagunas e importantes limitaciones, y es algo que en tiempos de crisis se ve especialmente con un cortoplacismo en el que nos negamos hasta el pan y la sal de unas unidades a otras, con una actuación impropia de lo que siempre han sido los valores profesionales de las enfermeras. Pero esto se puede cambiar. Desde 1983 conocemos los extraordinarios resultados que dan otros modelos de organización basados en niveles de cuidados, que permite organizar la asistencia en función de las necesidades reales de los pacientes, manteniendo la autonomía de los clínicos, estableciendo relaciones eficaces y rentables entre enfermeras y médicos y permitiendo adecuar y optimizar los recursos humanos y materiales de los centros. En estos modelos, el control de las unidades y de la práctica, sí recae realmente en los profesionales, obligando a la toma de decisiones compartida. Evidencias de su efectividad y rentabilidad desde el año 2000 hasta la fecha son innumerables.
Y lo que es más curioso, este modelo de hospitales por niveles de cuidado, surge en el mundo anglosajón porque había plantillas insuficientes, con alta insatisfacción laboral, que provocaba sobrecarga en los profesionales (Síndrome de Burn-out) con mayor rotación y abandono y por tanto mayor escasez de enfermeras, ¿les suena? Estamos exactamente en esa situación.
Así pues, termino como empecé, LAS ENFERMERAS NO PUEDEN MÁS, llevan tiempo gritando BASTA, todos los indicadores están en rojo, y los que están en la cuerda floja son todos los ciudadanos que tienen que ser atendidos por nosotros. Ellos son los que pagan con su salud y con su vida la falta de enfermeras y su saturación. Ni la administración, ni los colectivos profesionales (colegios, sindicatos, asociaciones, etc.) puede seguir sin ver, oír o hablar. Ha llegado la hora de cambiar el sistema trabajando todos coordinadamente, porque como se dice por esta tierra: “Nadie sabe más que todos juntos”.
Recuerden una cosa:
“una máquina podrá hacer el trabajo de 50 hombres,
pero ninguna máquina
podrá hacer el trabajo de una sola enfermera”
He dicho.
Francisco Pedro García-Fernández
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No soy enfermera, pero: Bien dicho!!
Imprescindible pasar a la acción, es necesario para todos, además mientras tanto otros… hacen cosas comoanclarse en el pasado y en oros modelos atacando libremente a nuestra profesión, como comento en Un anillo para gestionarl@s a todos… http://www.nuestraenfermeria.es/un-anillo-para-gestionarls-todos/
Por supuesto, estoy completamente de acuerdo con éste y con el anterior post. Pero voy a actuar como el diablillo que todos llevamos dentro y voy a meter un poco el dedito en la llaga…
¿Quien va a mover la cuestión para que las enfermeras se unan?
¿Quién es el líder que va a conseguir que las enfermeras actúen de forma coordinada para reclamar todo lo que planteas (que por cierto me parece fabulosamente expuesto y razonado)?
He vivido unos días como paciente/madre de paciente… desde el día 15 de mayo estoy liada de un hospital a otro hasta hoy que nos han dado de alta. Nunca digo que soy enfermera, por varios motivos, pero no lo digo nunca, aunque al final se me nota. (Como al bombero se le ve que lo es por el casco y la maguera). Veo tantas carencias a nivel de base, de planta, de cuidados (de los más básicos, oye, no me voy a evidencias ni empirismos sofisticados… que todo lo que me planteas me resulta hoy y ahora como si me dijeras que nos vamos a vivir a Marte.
Los que nos encontramos en estos medios de las redes, lo tenemos muy claro… clarísimo. Pero somos cuatro gatos en comparación con las enfermeras a las que todo esto se la trae sin cuidado (valga la ironía de «cuidado»), que siguen trabajando de «aquella manera», que te dan de alta sin plantearse un informe de enfermería de Alta en cuidados, que siguen pasándose las terorías más basicas del cuidado por el forro de la cofia…
Permíteme que afirme que sí, por supuesto, que lo que planteas es magnífico. Y no lo digo de forma irónica ni cínica, ojo. Pero antes hay que mover los cimientos que nos sustentan. Hoy, estos días, me he dado cuenta de que siguen existendo enfermeras a las que ruego a diario no parecerme. Y creo que aún nos queda mucho camino, no sólo porque otros estamentos nos pongan la zancadilla una vez y otra, si no porque parte de nuestros cimientos están en mal estado…, porque nunca han sido buenos cimientos. ¿Desidia? ¿Ignorancia? ¿Pasotismo? ayyyy, no sé, de verdad que no lo sé…
Magníficos artículos. Los he leído con delectación y envidia, de corazón lo digo.
Besos miles
Totalmente de acuerdo contigo,Lola.Hay profesionales buenísimos, pero tendríamos que hacer más autocrítica porque yo también he visto tambalearse nuestros cimientos, y he sentido vergüenza y pena por nuestra profesión en más ocasiones de las que me hubiese gustado.
Ánimo a todos los que participáis y gracias por los comentarios tan magnificos que hacéis y que nos motivan (me motivan) a pensar que las cosas pueden mejorar.