Los profesionales de enfermería cuidamos, proporcionamos cuidados en salud y en todos los procesos de enfermedad, tanto agudas como crónicas, así como proporcionamos cuidados en aquellas personas y sus familiares que se ven avocados a una patología degenerativa, invalidante o con posibilidad de muerte a corto-medio plazo.
Entiendo que todo lo expuesto, para muchos es un algo abstracto y sin contenido, porque, cuidamos, pero no curamos. Y «curar es lo más importante, ¿no?». Sí, ese es el mantra general… Nuestro papel de profesionales de la salud queda relegado a un segundo plano servil y en absoluto científico, para el ideario colectivo, algo que deseamos cambiar pero no es nada fácil.
Muchos son los logros conseguidos en los últimos años: Grado, Doctorado, Investigación, Especialidades… todo ello refrenda nuestro papel científico e investigador, nuestra capacidad, nuestro bagaje y cuerpo de conocimientos, aunque sólo en el papel. Son títulos, sí, pero son «títulos-migaja», son la consecución de nuestras reivindicaciones durante años y años sin que se vea reflejado en la práctica diaria.
Somos una carrera de Grado, sí. pero nos siguen formando profesionales ajenos a nuestra carrera y no, precisamente, los mejores. En nuestras universidades siguen impartiendo clases en asignaturas de Enfermería (Farmacología, Anatomía, Fisiopatología…) profesionales que denigran en las aulas nuestra capacidad para llevar a cabo diagnósticos de enfermería, cuestionan nuestra capacidad para llevar a cabo prescripción enfermera responsable y para proporcionar cuidados basados en el método científico. Son pocos esos docentes entre un mar de los que son correctos, sí; quizá no abundantes, pero no son los mejores y hacen mucho daño, dañan la ilusión de alumnos llenos de vocación que esperan escuchar otra cosa. En la carrera de Enfermería se siguen mostrando complejos conceptuales que «han hecho necesario» que determinadas materias las impartan profesionales ajenos a nuestra labor, no sólo en la práctica sin en el espíritu. Hoy día estamos capacitados para lograr otros docentes, enfermeros a ser posible, con su doctorado y todo el cuerpo de conocimientos preciso tanto para investigar como para enseñar.
Las Especialidades son otro tema que muestra la ¿tomadura de pelo? de las administraciones hacia la Profesión Enfermera. Sólo la de Matrona tiene un reflejo en puestos de trabajo real. Hoy día puedes obtener varias especialidades (Enfermería Geriátrica, E. Pedriátrica, E. Familiar y Comunitaria…) pero no existe una representación real de plazas asistenciales en esta especialidades, de tal forma que cualquier profesional ocupa un puesto donde haya, sin exigir o dar preeminencia a estas especialidades. Casi una broma de mal gusto… ¿Especialidades? —se dicen muchos—¿Para qué? Ni puesto ni sueldo ni nada se adapta a este esfuerzo formativo, físico, moral y económico.
Otra china en el zapato que sufre nuestra profesión es La Prescripción Enfermera. Un «algo» venenoso que es necesario explicar incluso a ciertos facultativos que no tienen muy claro lo que supone cuando nos exigen que actuemos sin sus órdenes escritas en hojas de tratamientos y que supone que, hoy día, los profesionales de la Enfermería nos encontremos en ALEGALIDAD cuando desarrollamos nuestras tareas de forma cotidiana, que no tenemos capacidad ni para poner una crema enzimas proteolíticas en una úlcera, un oxígeno en mascarilla al 24% o una vacuna de tétanos a un paciente que ha sufrido una quemadura de 2º grado, por poner varios ejemplos. Eso supone que muchos de nosotros no aceptemos órdenes verbales y/o telefónicas sobre la administración de ciertos productos farmacéuticos y, menos aún, después de sendas sentencias vergonzosas que se han dado en los últimos meses contra profesionales de enfermería. Este tema sí que es la tomadura de pelo más enorme que ha sufrido Enfermería, la injerencia más brutal que se ha cometido sobre nuestra labor y el bofetón más patético que nos han perpetrado en el centro de nuestras funciones oficiosas.
Creo que la capacidad científica, investigadora, docente, asistencial de nuestra profesión es mayor que nunca, pero nuestra capacidad legal de actuar en menor que antes. Nuestro desarrollo depende de la elaboración y aprobación de ciertas leyes que no terminan de arrancar, bien por bloqueos intencionados o por memez legislativa, el caso es que si la visión que las Administraciones tienen de nuestro papel en la sanidad es sesgado, servil y supeditado a otros, pocos resultados podremos conseguir nosotros aunque nuestra ilusión sea infinita y nuestra capacidad sobradamente demostrada.
De todos modos no le echemos la culpa al sistema de nuestra limitada visión en la sociedad. Algo de responsabilidad es nuestra, sin duda. Si en docencia deben enseñar los mejores, seamos nosotros los mejores. Si queremos que nuestros cuidados tengan un respaldo científico, proporcionémoslo. Si queremos seguir avanzando y superando obstáculos, formémonos, superemos las trabas que encontramos a diario. Si hay que demostrar constantemente nuestra capacidad porque el sistema es así, esforcémonos en demostrarlo todos y cada uno de los días. Quejarse no sirve de nada, apalancarse a la sombra de otros es cómodo quizá, pero no permite avanzar ni romper límites que sólo nosotros vemos. Si no se trabaja en equipo, demostremos que el equipo es la mejor forma de trabajar.
Somos nosotros, los profesionales de enfermería, los que debemos conseguir nuestros propios objetivos. Y éstos aún no han tocado techo.
Lola Montalvo. Enfermera. Editora del Blog “Lola Montalvo. Enfermería“
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Muchos de las reivindicaciones que hacemos, entre ellas, las de prescripción,,, no terminan de arrancar puesto que no hay la presión necesaria para que se produzca, y no debemos de echar la culpa al colectivo médico, contrario a esta práctica, en su mayoría.
Cuando la enfermería se eche a la calle de verdad, se arreglará el tema, puesto que ya han pasado políticos de diferentes “aires”, prometiendo, pero ninguno ha dado la puntilla.