Cuidando de ti: lo que se ve y lo que no se ve
Hace pocos días tuve que acudir por primera vez al NHS (National Health Service). Cuando estás fuera de casa evitas por todos los medios tener que acudir al hospital, pero a veces no queda más remedio que aventurarte a una nueva experiencia que no sabes dónde acabará.
Intentas encontrar la puerta de urgencias deseando que nada más entrar no encuentres a mucha gente y la sorpresa es totalmente distinta, la espera, “Time 3 Hours…”
Miedo, ansiedad, inseguridad, frustración, soledad, añoranza… una mezcla de sentimientos que no se pueden explicar con palabras. Tu cabeza va más rápido de lo que tú desearías y comienzan a salir todos tus miedos a flor de piel. ¿Conseguiré explicarme? ¿Me entenderán? ¿Intentarán entenderme? ¿Cómo será el trato?…
Pero por fin me encuentro con la figura esperada, la enfermería. Me sentía en casa, palabras tan sencillas como una “gracias” o “no te preocupes” llegan en el mejor momento en ese instante que más necesitas tener un apoyo. El idioma, ese monstro que antes te comía, es sólo un pequeño obstáculo que cada segundo se hace más pequeño.
Y aparecen las miradas de complicidad, esas que te dicen que no te preocupes, que entienden tu preocupación, tus miedos, tu inseguridad, tu ansiedad y es ahí cuando notas una mano que se acerca a tu cuerpo y muestra ese apoyo incondicional.
Esa es la esencia de la enfermería, somos universales, el motivo por el cual estoy orgullo de formar parte del mundo sanitario porque no importan el idioma, cultura u origen. Sólo importan las personas.
Pedro Soriano. Enfermero. Editor de “SdeSalud“.
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