Uno de los primeros días de clase una profesora de mi Escuela (ahora Facultad) nos decía: “La Enfermería es una profesión en la que nunca puedes dejar de estudiar”. Cierto. Cuánta razón llevaba… Esto es un no parar. Talleres, cursos, jornadas, congresos, experto, Máster (oficial, propio), Diplomas…
Pero claro, esto de estar actualizado no es una cuestión de “tener más puntos en la bolsa” (que también) o un tema de desarrollo profesional (ser el mejor en lo tuyo) o incluso, de una de las enfermedades del siglo XXI, la “titulitis” (tener muchísimos títulos acreditados a los que no das uso) sino de una obligación con cada una de las personas y familias que atendemos cada día: cuidarles mejor.
Y digo esto, partiendo de la premisa de que esta obligación es compartida también por parte de las organizaciones sanitarias que en demasiadas ocasiones, establecen barreras y dificultades que son difíciles de superar. Pero la obligación, desde mi punto de vista, no es exclusivamente de ellas.
Seamos francos. Los lamentos forman parte de nuestro día a día (y no solo cuando hablamos de formación). Todos y todas somos conscientes de que las condiciones laborales, el devenir de nuestra profesión, la falta de liderazgo, los miles de frentes que tenemos abiertos, etc. no nos ayuda demasiado en nuestra formación y merma nuestra capacidad de reflexión y de acción, pero verdaderamente ¿No podemos hacer algo más?.
En la actualidad, existen muchas herramientas que nos permiten acceder a la información, compartir el conocimiento, conectar con otros profesionales, investigar, innovar, formarnos de una manera diferente… y hasta el infinito y más allá. A veces me da la sensación, de que algunos tenemos una visión de la formación, de nuestra profesión, de modelos de cuidados, de desarrollo profesional, de futuro para los cuidados y de la sanidad que no es compartida por el global de las enfermeras del mundo mundial. Esa sensación de que, cuando miras hacia atrás, no ves muchos que sigan la estela inicial…
Claro está que todo esto, no pasa no solo por la formación, sino por algo que José Miguel Morales, investigador enfermero de referencia, nos hablaba hace muchos años: del “pasar del hacer por hacer al hacer para obtener”. ¿Cuántas cosas de las que hacemos cada día no nos conducen a nada? ¿Cuánto tiempo ganaríamos si dejáramos de hacer prácticas “del toda la vida se hace así” a “basadas en evidencias”. ¿Cuántas respuestas encontraríamos si somos capaces de preguntarnos si hacemos bien las cosas?
Personalmente, no me canso de recomendar este editorial de María José Freire que que incluye una cita que deberíamos tener marcada en nuestro maletín de enfermera:
“El compromiso con el paciente requiere de una actitud profesional y esto equivale a responsabilidad. Ser responsable es ser competente, y para ser competente hay que mantenerse actualizado.”
Yo intento en la medida de mis posibilidades estar actualizado. ¿Y tú?
#Alturrón
Pd. Post publicado en el último número de la revista “Nuestra Enfermería FanZine”.
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Serafín, me gusta mucho el post, muy en la línea con lo escrito por aquí y que también Teresa Pérez argumentaba en su post en referencia y en línea.
Tratemos de encontrar la manera de dotarnos de las herramientas adecuadas (como bien dices) para alcanzar resultados y beneficios para los pacientes y sus familiares, dando la mejor respuesta a sus necesidades clínicas, básicas y de seguridad, además del respeto y reconocimiento .
Cómo bien dices, oportunidades de adquirir conocimiento actualizado y hasta reglado existen (aunque me cuestiono si la formación institucional esta lo suficientemente orientada y estructurada con base en las necesidades de los profesionales). Además tenemos la web social que ayuda a diario, aunque hay una prioridad, o al menos yo lo entiendo así y creo que muy principal, y es la práctica: es decir, pongamos en práctica lo que aprendemos: señores/as, nos quejamos de este curso o del otro, pero termina y ¿alguno/a hacemos algo con lo aprendido?, por supuesto si es en actualización en RCP, mejor no practicar tanto, señal que los corazones son robustos, pero al margen de bromas, tenemos que entender que lo que aprendemos debe servir para algo, debe ser puesto en práctica y más en nuestra profesión, sostenida en la teoría y la praxis de los cuidados. De manera que como dices bien, Serafín, dejemos de quejarnos, arremanguemonos, adquiramos competencias y además pongámolo en práctica en nuestro día día: búsquedas de evidencias, metodologías, sesiones clínicas, investigación, cuidados innovadores, etc… lo que vayamos aprendiendo, no sé, por poner algo sobre la mesa modo de ejemplo,
Gracias por la reflexión. Un besico
Virginia S
Gracias Virginia por completar este post (como siempre). Interesante cuestión la que planteas… ¿cuál es el impacto de la formación que realizamos? ¿Se mide?… Un abrazo querida amiga.
Desgraciadamente la cantidad de enfermer@s que quieren formarse es un porcentaje pequeño, las preguntas mas frecuentes son: ¿puntúa? ¿me dan los días?….., he llegado a oír a compañeras mías con un Congreso pagado “si no me dan los días de los míos no voy a ir”. Indudablemente la presión asistencial es cada vez mayor, el reconocimiento generalmente nulo, hay que tener muchas ganas para seguir avanzando. Yo ya estoy jubilada, pero he tenido la gran suerte de trabajar en lo que me gusta y no perder, ni he perdido las ganas de aprender y transmitir los pocos conocimientos que tengo.
Gracias Teresa por pasarte y compartir tu opinión y experiencia con nosotros. Me quedo con una cita… “No he perido las ganas de aprender y transmitir los (muchos, añadiría) conocimientos que tienes” Un abrazo.